miércoles, 16 de noviembre de 2011

sábado, 5 de noviembre de 2011

Profetas Mayores - Lamentaciones


La tradición atribuye unánimemente a Jeremías la colección de las Lamentaciones que va unida al libro de sus profecías.
Llámanse Lamentaciones o, según el griego, Trenos, porque expresan en la forma más conmovedora el amarguísimo dolor del santo profeta por la triste suerte de su pueblo y la ruina del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Fueron compuestas bajo la impresión de la tremenda catástrofe, inmediatamente después de la caída de la ciudad (587 a. C.).
Este pequeño libro pertenece al género de poesía lírico-elegíaco, distinguiéndose, además, por el orden alfabético de los versos en los capítulos 1-4. Su estilo es vivo y patético, pero a la vez tierno y compasivo como la voz de una madre que consuela a sus hijos. No hay en toda la antigüedad obra alguna que pueda compararse, en cuanto a la intensidad de los sentimientos, con una de estas elegías inmortales.
En el canon judío las Lamentaciones formaban parte de los cinco libros (Megillot) que se leían en ciertas fiestas. La Iglesia no ha encontrado mejor expresión que ellas para recordar la Pasión de Jesucristo, por lo cual las reza en el Oficio de Semana Santa. Este sublime grito de dolor y arrepentimiento se prestaría maravillosamente, como los siete Salmos penitenciales, para manifestaciones públicas de contrición colectiva, como las que se hacían en tiempos de mayor fe. Los grandes Obispos S. Ambrosio y S. Carlos Borromeo promovían especialmente estos actos de penitencia pública que libraron a los pueblos de grandes calamidades.

Profetas Mayores - Jeremias


El Libro de Jeremías es el segundo libro profético de la Biblia. Forma parte del Antiguo Testamento y del Tanaj judío y es considerado, junto con Isaías, Ezequiel y Daniel, uno de los cuatro Profetas Mayores.
El mensaje principal de Jeremías es simple: ya es demasiado tarde para evitar la disciplina de Dios, así que aceptadla y alejáos de vuestros pecados. Sin embargo, después de un periodo de castigo, Dios va a restaurar a Judá.
Jeremías con frecuencia usa acciones figurativas para comunicar su mensaje, tales como romper un tarro de barro para mostrar cómo Dios destruirá a Jerusalén
Jeremías,profeta de Judá hijo de sacerdotes Helcías, nació en Anatot alrededor del 650 a. C. Prácticamente no profetizó fuera de Jerusalén y lo hizo en el período comprendido entre 628 a. C. y 580 a. C., es decir, entre sus 22 y 70 años de edad. Pasó, por lo tanto, casi toda su vida adulta profetizando en su ciudad, habiendo sido testigo de los reinados de Josías, Joaquín y Sedecías.
Fue coetáneo de otros profetas: Nahum, Habacuc y Sofonías. Parece haber intentado amalgamar las experiencias particulares de estos tres junto con la suya propia en un solo gran texto que abarcara el período completo. Donde los otros profetas son parciales, Jeremías es global y escribe sobre el conjunto de su tiempo y su sociedad. Jeremias fué uno de los profetas escogidos por Dios.
Por el tiempo en que vivió, Jeremías asistió a las tribulaciones de las últimas décadas de existencia del reino de Judá. Cien años antes, el rey Ezequías había sabido aprovechar y comprender las enseñanzas del profeta Isaías. Al morir el rey en 687 a. C., sus sucesores Manasés y Amón, doblegados por sus problemas políticos y diplomáticos, se vieron forzados a olvidar a Isaías, aceptando tratados perjudiciales para su pueblo y permitiendo incluso la idolatría en el interior del Templo de Jerusalén.
Los asirios habían conquistado Egipto en 663 a. C., y los reyes hebreos debieron cobijarse bajo las alas de esta nueva potencia que crecía en la región. Pero para el tiempo en que nació Jeremías los egipcios eran libres de nuevo. A la muerte de Asurbanipal, el gobernador asirio de Caldea, Nabopolassar, se autoproclamó rey y fundó el imperio caldeo sobre una nueva Babilonia. Aliado con medos y escitas atacó a los asirios y les propinó una resonante derrota, destruyendo la capital Nínive en 612.
Los egipcios, temerosos de esta nueva amenaza, se aliaron con sus antiguos enemigos asirios para enfrentar a los caldeos, pero esta unión fue infructuosa. Nada podía detener al rey de Babilonia: Asur cayó en 614 a. C., seguida por la capital dos años después y por Harrán, última ciudad asiria que resistía, en 610. Los asirios fueron borrados de la faz de la tierra en la victoria caldea de Batalla de Karkemishen 605 a. C. Babilonia era ahora la nueva dueña de Mesopotamia y también aspiraba a serlo del Levante, región que controlaba el acceso al Mar Mediterráneo.
Debido a esta circunstancia, los egipcios intentarán negociar con los caldeos, y todos los pequeños estados del Asia Anterior (como Israel y Judá) se encontrarán una vez más en la incómoda situación de estados "tapones" entre las dos esferas enfrentadas.
Intentando buscar una salida a la disyuntiva, muchos judíos de Jerusalén se volverían en favor del faraón y organizarían un muy fuerte y disciplinado partido proegipcio. En estas circunstancias, y caídos los asirios bajo la espada caldea, murió el rey de Judá, y el nuevo soberano sería JYosías, un niño de apenas ocho años de edad.
Pío y religioso, Josías gobernó durante tres décadas y reconvirtió el estado y la religión a la más pura religión yahvista que había sido casi olvidada. Para ello debió rodearse de colaboradores competentes y respetados, que lo ayudaran en su cometido: Sofonías, la profetisa Holda y, a partir de 628 a. C., Jeremías.
Ferviente religioso desde 631 a. C., la emancipación política y religiosa del rey se concretó en 627 a. C. La caída de Nínive pareció una gracia del Señor hacia Su pueblo, pero el faraón Neko II, intentando salvar a los asirios de la destrucción, invadió Israel y cruzó con un gran ejército todo el territorio judío para intentar auxiliarlos.
Pero Josías no deseaba permitirlo: se opuso a los egipcios y los enfrentó en la batalla de Meggido, donde fue derrotado y asesinado en 609 a. C.
La muerte del monarca descorazonó a todos aquellos que habían luchado por el retorno victorioso de Dios al Templo, lo que determinó más tarde que se abandonaran todos los planes de reforma religiosa y el retorno a los dos grandes males de Judá e Israel: la esperanza en las salidas supersticiosas y las alianzas oscilantes de uno a otro de los dos dominadores de la región. Más de veinte años duraron las luchas intestinas entre judíos filoasirios y filoegipcios, y esta dicotomía desgarraría hasta las raíces mismas del pueblo judío.
El rey siguiente, Joaquín, inaugura cuatro años de pleitesía hebrea hacia el faraón, pero el hijo de Nabopolassar, Nabucodonosor II, derrota a los egipcios y obliga a Joaquín a someterse como vasallo de Babilonia. Los del partido egipcio, disconformes con el estado de cosas, fuerzan al rey hebreo a rebelarse, lo que determina una invasión caldea en toda regla contra Judá e Israel, uno de cuyos episodios se relata con lujo de detalles en el Libro de Judit.
Jerusalén cayó definitivamente en manos de Nabucodonosor en 586 a. C. y el rey junto con los más señalados de los judíos son deportados al país del conquistador en lo que se conoce como Exilio en Babilonia. A partir de allí, los reyes judíos no serán más que marionetas colocadas en el trono por el jefe caldeo, obligados a actuar como se les dice y asesinados sin miramientos a la menor sospecha de desobediencia.
La religión hebrea se estaba corrompiendo desde tiempos del rey Manasés: se adoraba al dios Baal en las cimas de las colinas, las prostitutas sagradas recibían a sus clientes en el Templo y los sacrificios de bebés y niños en honor a los dioses paganos era un espantoso ritual casi diario.
Josías derribó las estatuas de Ishtar, reina de los cielos, y de Marduk, señor de los dioses, y reprimió severamente la nigromancia y la magia. Se cree que Jeremías tomó parte importante en este retorno a las fuentes yahvistas. Pero la llegada al trono de Joaquín precipitó un nuevo auge del paganismo, como el propio profeta registra en Jer. 44:17-18, acusando como responsables a las clases dirigentes en 5:4-31 con duros y severísimos epítetos.
  Jeremías: El tema central en torno al cual gira toda la predicación de Ezequiel es el de la “santidad de Dios”. Tres partes:
  Oráculos contra Judá y Jerusalén (cap. 1-24)
  Oráculos de salvación sobre Israel y Judá (cap. 25-45)
  Oráculos contra las naciones (cp. 46-52)

http://es.wikipedia.org/wiki/Libro_de_Jerem%C3%ADa

domingo, 30 de octubre de 2011

Profetas Mayores - Libros de Isaias


Isaías fue hijo de Amós. No debe confundirse con el profeta Amós, pues éste fue contemporáneo de Isaías, no siendo por tanto, su padre. El nombre del padre de Isaias fue Amoz y no Amos como el del profeta aunque sonara casi parecido no era el mismo nombre. El nombre de Amós era muy común entre los hebreos, lo cual indica que no sólo porque diga que era hijo de Amós quiera decir que se refiera al profeta Amós. Nació en o alrededor de 765 a. C. Fue llamado al profetismo en el año de la muerte de Azarías (Is. 6:1) y se convirtió en asesor de los reyes siguientes.

Isaías es el primero de los profetas del A. T., desde luego por lo acabado de su lenguaje, que representa el siglo de oro de la literatura hebrea, mas sobre todo por la importancia de los vaticinios que se refieren al pueblo de Israel, los pueblos paganos y los tiempos mesiánicos y escatológicos. Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro Redentor, y nadie, como él, recibió tantas ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que S. Jerónimo no vacila en llamarlo "el Evangelista entre los profetas".

Distínganse en el libro de Isaías un Prólogo (cap. 1) y dos partes principales. La primera (cap. 2-35) es una colección de profecías, exhortaciones y amonestaciones, que tienen como punto de partida el peligro asirio, y contiene vaticinios sobre Judá e Israel (2, 1-12, 6), oráculos contra las naciones paganas (13, 1-23, 18); profecías escatológicas (24, 1-27, 13); amenazas contra la falsa seguridad (28, 1-33, 24), y la promesa de la salvación de Israel (34, 1-35, 10). Entre las profecías descuellan las consignadas en los cap. 7-12. Fueron pronunciadas en tiempo de Acaz y tienen por tema la Encarnación del Hijo de Dios, por lo cual son también llamadas "El Libro de Emmanuel".
Entre la primera y segunda parte media un trozo de cuatro capítulos (36-39) que forma algo así como un bosquejo histórico.

El capítulo 40 da comienzo a la parte segunda del Libro (cap. 40-66), que trae veintisiete discursos cuyo fin inmediato es consolar con las promesas divinas a los que iban a ser desterrados a Babilonia, como expresa el Eclesiástico (48, 27 s.).

Fuera de eso, su objeto principal es anunciar el misterio de la Redención y de la salud mesiánica, a la cual precede la Pasión del "Siervo de Dios", que se describe proféticamente con la más sorprendente claridad.
No es de extrañar que la crítica racionalista haya atacado la autenticidad de esta segunda parte, atribuyéndola a otro autor posterior al cautiverio babilónico. Contra tal teoría que se apoya casi exclusivamente en criterios internos y lingüísticos, se levanta no sólo la tradición judía, cuyo primer testigo es Jesús, hijo de Sirac (Ecl. 48, 25 ss.), sino también toda la tradición cristiana.
Para la interpretación de Isaías hay que tener presente lo dicho en la Introducción general.

Fuente: Aci-Prensa

lunes, 24 de octubre de 2011

Libros Historicos - Tobias


No sabemos nada acerca del autor de Tobit; apenas que se trataba de un judío versado en la historia y en la ciencia de Dios y que posiblemente haya vivido en tiempos de la Diáspora. La fecha y el lugar de composición son dudosos: algunos afirman que fue escrito en Egipto entre los siglos IV y III a. C.:[2] mientras que algunos autores se inclinan por el siglo II a. C. o aun comienzos del siglo I a. C. ("entre el 200 y el 50 a. C.[3] ), en Palestina. Su idioma original, como el de todos los libros de este período, parece ser, según el análisis de la mayoría de los expertos, el arameo. Posteriormente habría sido traducido al hebreo y al griego, aunque es posible un original hebreo
El Libro de Tobías es una deliciosa historia, de esas que la delicadeza de Dios parece haber puesto como cebo para encariñarnos con la lectura de la Sagrada Biblia, río de la gracia divina, que procede del Trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22, 1), como la llama el Papa Benedicto XV, en pos de San Jerónimo.
Tobías, en griego Tobit, se encuentra cautivo en Nínive, unos setecientos años antes de Jesucristo. Brillan en él extraordinariamente las virtudes de la religión, la fe en las divinas promesas, la firme esperanza en Dios, que le da alegría y fortaleza en las pruebas, y la más tierna caridad para con el prójimo. También su hijo, del mismo nombre, es un modelo de hombre recto, lo mismo que su esposa, la joven Sara, en quien se cumplen las palabras de Prov. 19, 14: "De los padres vienen la casa y los bienes, mas la mujer prudente la da sólo el Señor".
El libro de Tobías forma parte de los libros históricos de la Biblia y pertenece a aquellos escritos de los cuales dice el Cardenal Gomá que podrían llamarse "un tratado de moral en forma histórica" (Biblia y Pred., p. 118). De ahí que algunos exégetas propongan incorporarlo a los libros poético-didácticos. La Iglesia no se ha pronunciado sobre este asunto y permite que los escrituristas estudien esta cuestión, como la del carácter histórico de los libros de Judit y Ester, con tal que se atengan a las normas de la Encíclica "Divino Afflante Spiritu".
En cuanto a la composición, los dos Tobías mismos parecen ser los autores de este libro, ya que en los tres primeros capítulos de los textos griego y siríaco, Tobías habla en primera persona. Esta opinión se funda también en la versión griega que dice en 12, 20 (19): "Escribid en un libro todo lo acaecido". Sin embargo, creen muchos expositores que el libro, tal como hoy se presenta, fue redactado en el tiempo en que el hebreo había dejado de ser lengua del pueblo.
El texto original hebreo o arameo se ha perdido, por lo cual seguimos en esta edición la versión de la hecha por San Jerónimo según el texto arameo. Hemos consultado también la traducción griega, que en general es más larga, especialmente la recensión trasmitida en el Codex Sinaiticus.
El Libro de Tobías es el poema incomparable del feliz hogar cristiano: del viejo hogar de los padres y del nuevo hogar de los hijos. Allí se aprende a practicar las obras de misericordia y se entera de que un Angel presenta a Dios todo lo que hacemos por auténtica caridad.

Libros Historicos - Rut


El libro de Rut es como un suplemento de los Jueces y una introducción a los Reyes. Contiene la encantadora historia de una familia del tiempo de los Jueces. La moabita Rut, peregrina con su suegra Noemí desde el país de Moab a la patria de ésta y se casa con Booz, un rico pariente de su marido. Los dos, Booz y Rut, aparecen en la genealogía de Cristo (Mt. 1, 5).

No se sabe exactamente, cuándo se escribió esta preciosa historia del tiempo de los Jueces, que trata de los antepasados de David. Muy probable es la hipótesis de que fuera escrita en tiempos de éste, y supónese que su autor es aquel que escribió el primer libro de los Reyes, tal vez el profeta Samuel.
Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás.

Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.
El primer grupo quería prohibir hasta los matrimonios mixtos, y los últimos profetas adscribieron a esta teoría y preconizan severamente con las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut, al igual que Job y Jonás.

El autor de Rut se preocupa por mostrar la gloria de Dios a través de Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia, sumisión y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Yahvéh a través de ella.
Si bien el libro es bastante liberal y universalista, su sentido último es de equilibrio y compromiso entre las dos corrientes contrapuestas. Si bien es cierto que el judaísmo debe conservar su unidad y pureza doctrinaria, los analistas cristianos afirman que esto está balanceado por la aproximación del Evangelio que viene, en el sentido de que, a partir de aquí, será también misión esencial del pueblo judío preparar la difusión de la verdad entre las demás naciones.

Rut es, como otros libros históricos de la Biblia, una narración histórica cuya finalidad es trazar una parábola moral. Los fines que pretende lograr el autor son éticos y literarios además de históricos.
Los nombres de los personajes encierran significados profundos: Noemí ("mi graciosa"), Mahlón ("languidez"), Quelión ("consunción"), Orfa ("la que vuelve la espalda") y finalmente Rut ("la compañera"). 

Todo esto apoya y ayuda a la narración, aunque es posible que algunos sentidos ocultos escapen hoy en día al lector moderno.

Es definitivamente un relato de fe, amor y evidentemente con una gran tipología Mesiánica

domingo, 16 de octubre de 2011

Libros Historicos - Jueces


El Libro de los Jueces contiene la historia del periodo transcurrido entre la muerte de Josué y la judicatura de Samuel, o sea, hasta la implantación de la monarquía.
Llámase Libro de los Jueces porque sus protagonistas desempeñaban el cargo de jueces, que era idéntico con el cargo de gobernar y reinar, pues en todo el Antiguo Testamento juzgar es sinónimo de reinar. Fueron en realidad los caudillos del pueblo de Israel en el periodo indicado.
Dios solía llamarlos directamente en tiempos de suma necesidad, para que librasen a su pueblo de sus opresores. Una vez oprimidos los enemigos, seguían desempeñando, por regla general, las funciones de gobernantes, sea en su tribu, sea en todo el pueblo. Por eso, antes de formular juicio u opinión sobre la conducta de los Jueces de Israel, debemos tener muy presente que éstos fueron puestos por Dios, como se ve en el discurso de San Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hch. 13, 20), a fin de abstenernos de condenar lo que el mismo Dios dispuso.
El Libro de los Jueces se divide en tres partes. En la primera (1, 1-3, 6) se describe la situación política y religiosa que reinaba inmediatamente antes del periodo de los Jueces; la segunda parte (3, 7-16, 31) contiene la historia de los Jueces; la tercera (17-21) narra dos episodios que se refieren a la idolatría de los danitas y la corrupción de los benjaminitas, y que dan saludable idea de los extravíos de que somos capaces los hombres si nos guiamos por nuestros propios impulsos.
No conocemos el nombre del autor del libro. En general se cree que el profeta Samuel le dio la forma literaria que hoy tiene.
No es difícil establecer el tiempo de su composición. El autor da por supuesto el comienzo de la monarquía en Israel, la cual es considerada como un gran beneficio para el pueblo y goza todavía de gran prestigio. Todo esto prueba que el libro fue redactado en los primeros años del reinado de Saúl.
La enseñanza especial que deducimos del libro de los Jueces es demostrar que Dios siempre castiga a su pueblo cuando éste se aparta de su Ley, pero le suscita un libertador cada vez que se convierte o pide auxilio a su Dios.
No se ha aclarado aún la cronología del libro. Si sumamos los años atribuidos a cada Juez, salen como resultado 410 años. Ahora bien, todos los acontecimientos transcurridos entre el Exodo de Egipto y el comienzo de la edificación del Templo bajo Salomón abarcan 480 años. Si de esos 480 años se quitan los 410 de los Jueces, quedan para los demás acontecimientos sólo 70 años, lo cual es imposible. La solución de esta dificultad consiste en admitir que algunos de los Jueces reinaron simultáneamente en diversas regiones del país.