El lunes 29 de
junio se celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, día en que se
reconocen las virtudes cristianas de dos de los más grandes y reconocidos
apóstoles que defendieron con su vida el Evangelio.
A continuación,
cinco claves para entender por qué se celebran en la misma fecha:
1. Son fundadores de la Iglesia de Roma
Jesús dijo: “Tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Con estas palabras, Simón
Pedro pasó a ser “la roca” de la Iglesia y se comprometió a apacentar el rebaño
de Dios a pesar de sus debilidades humanas.
Luego de la
Resurrección y Ascensión de Cristo, Pedro asumió con humildad ser cabeza de la
Iglesia, dirigió a los Apóstoles y se encargó de que los discípulos mantuvieran
viva la verdadera fe.
Pablo era
conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión. Luego del encuentro con
Cristo continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Es
reconocido como el apóstol de los gentiles y pasó el resto de su vida predicando
el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.
“Sintiendo
cercana la muerte, escribe a Timoteo: ‘He luchado el noble combate’. No es
ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de
Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por
eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a
Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó el Papa
Emérito Benedicto XVI en 2012.
2. Son columna espiritual de la Iglesia
En 2015, el Papa
Francisco manifestó que San Pedro, San Pablo y la Virgen María “son nuestros
compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la
fe y de la santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que
Él nos pide”.
El Santo Padre
explicó entonces que “la gloriosa herencia de estos dos Apóstoles es motivo de
espiritual orgullo para Roma y, al mismo tiempo, es un reclamo a vivir las
virtudes cristianas, en modo particular la fe y la caridad: la fe en Jesús como
Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y Pablo anunció a la gente; y
en la caridad, que esta Iglesia está llamada a servir con un horizonte
universal”.
3. Ambos padecieron en Roma
San Pedro y San
Pablo fueron detenidos y martirizados en la prisión Mamertina, también llamada
el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma.
San Pedro pasó
sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución, hasta
su martirio en el año 64. Fue crucificado con la cabeza abajo a petición
propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la
colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.
San Pablo fue
decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de
Extramuros.
4. Son
patronos de Roma y representantes del Evangelio
En la homilía del
2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Benedicto XVI llamó a estos
dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.
“La tradición cristiana siempre ha considerado
inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el
Evangelio de Cristo”, precisó.
5. Son la versión contraria de Caín y Abel
Benedicto XVI
también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el
Antiguo Testamento entre Caín y Abel.
“Mientras que la primera pareja bíblica de
hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro
y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no
faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser
hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la
gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, dijo Benedicto XVI.
Aciprensa.com
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