martes, 15 de marzo de 2016

¿Por qué los Católicos decimos que María es Madre de Misericordia?

María es Madre del amor en el perdón. Ella brota del amor misericordioso de Cristo y está al servicio de la Misericordia de Cristo.

Por: Fr. Carlos Lledó López O.P. | Fuente: Cofradiarosario.net 


María es Madre del perdón en el amor, y del amor en el perdón. Brota del amor misericordioso de Cristo y María está al servicio de la Misericordia de Cristo. Es lo que recordamos y vivimos en el Rosario.

Cristo es el eterno amor misericordioso
Porque contempla la situación de la humanidad por el pecado original y ofrece la única solución posible: la redención centrada en la Pasión y muerte.

La misericordia es la constante de la vida de Jesucristo. Al paralítico le ofrece la solución de alma y de cuerpo: “Confía, hijo: tus pecados te son perdonados”(Mt.9,2). Igualmente a la mujer hemorroísa: “Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer desde aquel momento” (Mt.9,22) En la Cruz nos ofrece la gran solución: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc.23,34) y abre las puertas del Cielo al buen ladrón suplicante: Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc.23, 40-44).

María, objeto preferencial de misericordia
María diciendo orden al pecado original, no lo contrae de hecho porque es objeto preferencial de la misericordia de Cristo. Por ello, es privilegiada y excepcionalmente redimida. Es la Inmaculada Concepción.
María, objeto preferencial de la misericordia de Cristo, es también la llena de gracia, de toda la gracia que necesita para ser la Madre de Dios, Madre-Virgen.



Entonces... ¿Por qué María es madre de misericordia?
Tan sencillo como el hecho de que es la Madre de Cristo, quien es el manantial divino de la eterna misericordia. María es Madre de la misericordia desde el misterio de la Encarnación, la gran misericordia del Verbo que se hace hombre al calor del corazón de María por obra del Espíritu Santo.

María es Madre de Misericordia proyectando su amor sobre Cristo en la cruz con ternura de madre. Lo sigue proyectando sobre la Iglesia, Cuerpo de Cristo y por lo tanto, sobre nosotros, pecadores.

María es Madre de Misericordia que perdona a Pedro que niega su Hijo, también a Judas el traidor y a los que crucifican a Cristo. Pienso que Ella repite con su Hijo: “Padre, perdónalos…” María nos ofrece la Misericordia de Cristo y nos orienta hacia Él.
María es camino del perdón. Por eso, nos conduce al Confesionario, a la Eucaristía... El Rosario es camino de oración para alcanzar la misericordia de Cristo y experimentar el amor misericordioso de la Madre.
En María triunfa la Misericordia. Por eso, es privilegiadamente asunta al Cielo en cuerpo y alma, y coronada Reina y Madre de Misericordia.

*San Juan Pablo II nos dejó una gran enseñanza sobre Maria Madre de misericordia, en la Encíclica "Veritaris Splendor" aquí un pequeño extracto:
"El privilegio especial que Dios otorgó a la toda santa nos lleva a admirar las maravillas realizadas por la gracia en su vida. Y nos recuerda también que María fue siempre toda del Señor, y que ninguna imperfección disminuyó la perfecta armonía entre ella y Dios. Su vida terrena, por tanto, se caracterizó por el desarrollo constante y sublime de la fe, la esperanza y la caridad. Por ello, María es para los creyentes signo luminoso de la Misericordia divina y guía segura hacia las altas metas de la perfección evangélica y la santidad.
María es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre como revelación de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18). El ha venido no para condenar sino para perdonar, para derramar misericordia (cf. Mt 9, 13). Y la misericordia más grande radica en su estar en medio de nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo y proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Ningún pecado del hombre puede cancelar la Misericordia de Dios, ni impedirle poner en acto toda su fuerza victoriosa, con tal de que la invoquemos. Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor del Padre que, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo: Su misericordia para nosotros es redención. Esta misericordia alcanza la plenitud con el don del Espíritu Santo, que genera y exige la vida nueva. Por numerosos y grandes que sean los obstáculos opuestos por la fragilidad y el pecado del hombre, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104 [103], 30), posibilita el milagro del cumplimiento perfecto del bien. Esta renovación, que capacita para hacer lo que es bueno, noble, bello, grato a Dios y conforme a su voluntad, es en cierto sentido el colofón del don de la misericordia, que libera de la esclavitud del mal y da la fuerza para no pecar más. Mediante el don de la vida nueva, Jesús nos hace partícipes de su amor y nos conduce al Padre en el Espíritu."



Aplicación
Nos acogemos a la misericordia maternal de María en nuestra debilidad, con el Rosario en el corazón, en los labios y en las manos. El Rosario marca el camino de la misericordia y lo aplica. Recemos el Rosario.


miércoles, 2 de marzo de 2016

¿Qué es más importante: la oración o la acción?

La oración y la acción no son contrarias sino absolutamente complementarias: de la verdadera unión con Dios en la oración brota la fuerza para la acción fecunda

En un mundo tan dado a la actividad y al activismo se tiende a oponer a veces la oración a la acción, como se nota en la pregunta de esta semana, y a desvirtuar el significado y el sentido de la contemplación. Pero estas actividades no son contrapuestas, sino absolutamente complementarias. Es más, una depende de la otra: la primera es la oración, luego viene la acción, como resultado de la oración.

De la unión con Dios consecuencia de la verdadera oración brota la fuerzasobrenatural que hace eficaz la acción apostólica. Al faltar esa dimensión espiritualizante, el apostolado puede tornarse en mero activismo sin sentido sobrenatural o en simple filantropía sin alcance redentor.
El camino de la oración lleva necesariamente a la acción, y esta acción será más fecunda, mientras más intensa sea la vida de oración.

Mientras más oración, más acción

En los santos puede verse que mientras más adelantaban en su vida de oración, más atendían a las necesidades del prójimo. En Sta. Teresa de Jesús, por mencionar sólo una, coinciden su vida de oración contemplativa con su vida de escritora y de fundadora, cuando después de haber sido monja durante 20 años, se hace contemplativa, es decir: se da cuenta de que Dios no está esperando las obras que ella pueda realizar (su acción apostólica), sino que le dé oportunidad a El para hacer sus obras en ella y a través de ella.

De allí que el San Juan Pablo II en su pontificado nos haya enseñado:

•          "Para conocer a Cristo en el pobre, hay que encontrarlo y conocerlo en primer lugar en la oración”.
•          “La capacidad de contemplación se os convierte en capacidad de influjo evangelizador; la capacidad de silencio se os transforma en capacidad de escucha y de donación a los hermanos ...Y recuerden que la actividad -incluso la más santa y benéfica en favor del prójimo- no dispensa nunca de la oración.”
•          Y nos invita al necesario balance entre oración y acción, entre María y Marta, (refiriéndose a Lucas 10, 39): “estar sentados a los pies del Maestro constituye sin duda el inicio de toda actividad auténticamente apostólica”(cf. San Juan Pablo II, 4 de octubre de 1986)
•          "La misión sigue siendo siempre, primariamente, obra de Dios, obra del Espíritu Santo, que es su indiscutible ¡protagonista!”, recordándonos que por muy necesarios que sean los esfuerzos humanos, el éxito no depende de nosotros, pues la misión es “obra de Dios”.
De allí que el Papa Benedicto XVI, cuando era el encargado de preservar la Fe en la Iglesia Católica, al hablar sobre la Nueva Evangelización, tuvo esto que decirnos: “Todos los métodos están vacíos si no tienen en su base la oración. La palabra del anuncio siempre debe contener una vida de oración”. Y nos recordaba: “Jesús predicaba durante el día y de noche rezaba” (Cardenal Ratzinger y la Nueva Evangelización).

El ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta

“Somos contemplativas, pues ‘rezamos’ nuestro trabajo ... Rezamos cuatro horas al día”, refirió la Madre Teresa de Calcuta en la última entrevista que tuvo con la prensa antes de pasar a la vida eterna. “Mientras más recibimos en la oración de silencio, más podemos dar en nuestra vida activa ... Necesitamos el silencio para poder llegar a las almas ... En la oración vocal nosotros hablamos a Dios. En la oración de silencio es El quien nos habla a nosotros ... En el silencio se nos otorga el privilegio de escuchar Su Voz”. Son frases de la Madre Teresa que explican cuál es el fundamento del ser “contemplativos”.

Esta unión con Cristo que mantiene viva la gracia de Dios en nosotros es indispensable para realizar cualquier actividad apostólica, ya que “nuestra actividad será verdaderamente apostólica en la medida en que dejamos que Dios sea quien trabaje en nosotros y a través de nosotros. Así, mientras más recibimos en la oración de silencio, más podemos dar en nuestra vida activa, en nuestra labor”. En esto consiste el “rezar” el trabajo de la Madre Teresa: no somos nosotros actuando; es Dios actuando a través nuestro.

Conclusión: Vemos entonces como, lejos de ser cuestiones contrapuestas, la acción, para ser fecunda, requiere del silencio de la oración. Así ha sido con los Santos. La Madre Teresa también lo vivió y lo enseñó. Asimismo, San Juan Pablo II, quien nos decía: “También hoy la oración debe ser cada vez más el medio primero y fundamental de la acción misionera en la Iglesia” porque “la auténtica oración, lejos de replegar al hombre sobre sí mismo o a la Iglesia sobre ella misma, le dispone a la misión, al verdadero apostolado” (San Juan Pablo II, 18/03/1996 y 04/10/1986).


Publicado originalmente por: Homilia.org

domingo, 14 de febrero de 2016

¿Qué es la Cuaresma?

Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net 




El tiempo de la Cuaresma rememora los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto mientras se encaminaba hacia la tierra prometida, con todo lo que implicó de fatiga, lucha, hambre, sed y cansancio...pero al fin el pueblo elegido gozó de esa tierra maravillosa, que destilaba miel y frutos suculentos (Éxodo 16 y siguientes).
También para nosotros, como fue para los israelitas aquella travesía por el desierto, la Cuaresma es el tiempo fuerte del año que nos prepara para la Pascua o Domingo de Resurrección del Señor, cima del año litúrgico, donde celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal, y por lo mismo, la Pascua es la fiesta de alegría porque Dios nos hizo pasar de las tinieblas a la luz, del ayuno a la comida, de la tristeza al gozo profundo, de la muerte a la vida.

La Cuaresma ha sido, es y será un tiempo favorable para convertirnos y volver a Dios Padre lleno de misericordia, si es que nos hubiéramos alejado de Él, como aquel hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) que se fue de la casa del padre y le ofendió con una vida indigna y desenfrenada. Esta conversión se logra mediante una buena confesión de nuestros pecados. Dios siempre tiene las puertas de casa abiertas de par en par, y su corazón se le rompe en pedazos mientras no comparta con nosotros su amor hecho perdón generoso. ¡Ojalá fueran muchos los pecadores que valientemente volvieran a Dios en esta Cuaresma para que una vez más experimentaran el calor y el cariño de su Padre Dios!

Si tenemos la gracia de seguir felices en la casa paterna como hijos y amigos de Dios, la Cuaresma será entonces un tiempo apropiado para purificarnos de nuestras faltas y pecados pasados y presentes que han herido el amor de ese Dios Padre; esta purificación la lograremos mediante unas prácticas recomendadas por nuestra madre Iglesia; así llegaremos preparados y limpios interiormente para vivir espiritualmente la Semana Santa, con todo la profundidad, veneración y respeto que merece. Estas prácticas son el ayuno, la oración y la limosna.

Ayuno no sólo de comida y bebida, que también será agradable a Dios, pues nos servirá para templar nuestro cuerpo, a veces tan caprichoso y tan regalado, y hacerlo fuerte y pueda así acompañar al alma en la lucha contra los enemigos de siempre: el mundo, el demonio y nuestras propias pasiones desordenadas. Ayuno y abstinencia, sobre todo, de nuestros egoísmos, vanidades, orgullos, odios, perezas, murmuraciones, deseos malos, venganzas, impurezas, iras, envidias, rencores, injusticias, insensibilidad ante las miserias del prójimo. Ayuno y abstinencia, incluso, de cosas buenas y legítimas para reparar nuestros pecados y ofrecerle a Dios un pequeño sacrificio y un acto de amor; por ejemplo, ayuno de televisión, de diversiones, de cine, de bailes durante este tiempo de cuaresma. Ayuno y abstinencia, también, de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos; ayuno aquí significará renunciar a todo lo que alimenta nuestra tendencia a la curiosidad, a la sensualidad, a la disipación de los sentidos, a la superficialidad de vida. Este tipo de ayuno es más meritorio a los ojos de Dios y nos requerirá mucho más esfuerzo, más dominio de nosotros mismos, más amor y voluntad de nuestra parte.

Limosna, dijimos. No sólo la limosna material, pecuniaria: unas cuantas monedas que damos a un pobre mendigo en la esquina. La limosna tiene que ir más allá: prestar ayuda a quien necesita, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que nos lo pide, compartir alegrías, repartir sonrisa, ofrecer nuestro perdón a quien nos ha ofendido. La limosna es esa disponibilidad a compartir todo, la prontitud a darse a sí mismos. Significa la actitud de apertura y la caridad hacia el otro. Recordemos aquí a san Pablo: “Si repartiese toda mi hacienda...no teniendo caridad, nada me aprovecha” (1 Corintios 13, 3). También san Agustín es muy elocuente cuando escribe: “Si extiendes la mano para dar, pero no tienes misericordia en el corazón, no has hecho nada; en cambio, si tienes misericordia en el corazón, aún cuando no tuvieses nada que dar con tu mano, Dios acepta tu limosna”.

Y, finalmente, oración. Si la limosna era apertura al otro, la oración es apertura a Dios. Sin oración, tanto el ayuno como la limosna no se sostendrían; caerían por su propio peso. En la oración, Dios va cambiando nuestro corazón, lo hace más limpio, más comprensivo, más generoso...en una palabra, va transformando nuestras actitudes negativas y creando en nosotros un corazón nuevo y lleno de caridad. La oración es generadora de amor. La oración me induce a conversión interior. La oración es vigorosa promotora de la acción, es decir, me lleva a hacer obras buenas por Dios y por el prójimo. En la oración recobramos la fuerza para salir victoriosos de las asechanzas y tentaciones del mundo y del demonio. Cuaresma, pues, tiempo fuerte de oración.

Miremos mucho a Cristo en esta Cuaresma. Antes de comenzar su misión salvadora se retira al desierto cuarenta días y cuarenta noches. Allí vivió su propia Cuaresma, orando a su Padre, ayunando...y después, salió por nuestro mundo repartiendo su amor, su compasión, su ternura, su perdón. Que Su ejemplo nos estimule y nos lleve a imitarle en esta cuaresma. Consigna: oración, ayuno y limosna.


miércoles, 10 de febrero de 2016

MIERCOLES DE CENIZAS

Miércoles de cenizas, comienza la cuaresma, tiempo litúrgico, de conversión,  de arrepentimiento, de cambio, de ser mejores, de acercamiento a Cristo.
Nuestro amado Jesús, nos hace una invitación, cambiar de vida. Esta vida es temporal, entonces, ¿porque no ser como Dios quiere que seamos? Nuestro Padre tiene un gran ideal, que todos sus hijos sean como Jesucristo, que seamos hombres buenos, generosos, caritativos, amorosos con todos nuestros hermanos.
Todos somos pecadores, somos fáciles de tentarnos, se nos hace difícil caminar hacia la santidad, pero debemos estar atentos, porque el pecado nos aleja de Dios. Pero el Señor nos regala este tiempo, de perdón, de reconciliación, de penitencia. Por tanto, tenemos que saber aprovechar bien estos cuarenta días, limpiando nuestro corazón, expulsando de nosotros las odiosidades, los rencores, las envidias, es decir todo lo que se opone a nuestro amor al Dios Padre, nuestro amor al Dios Hijo, a nuestros propios hermanos.
Nuestra Iglesia nos invita a vivir una cuaresma en el amor de Jesús, orando, escuchando la Palabra de Dios y meditándola, participando activamente de cada una de las celebraciones de este tiempo.  La Iglesia nos guía en la finalidad de la Cuaresma y nos invita a participar en la preparación a la Pascua, en el camino hacia la Pascua.
Hoy con la imposición de las cenizas, iniciamos una etapa espiritual muy especial e importante para nosotros como cristianos,   nos preparamos de la forma más digna posible para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Polvo somos  y en polvo nos convertiremos, solo Dios sabe cuándo. La imposición de las cenizas nos lo recuerda, principio y fin, alfa y omega, de nuestra vida, estamos de paso. Entonces mientras estemos, hagamos una vida recta, sana, solidaria. Por ello, en esta cuaresma, hagamos un compromiso, ser mejores y hacer obras buenas. Mucha gente está esperanzada con sus hermanos cristianos, no los defraudemos, demos alegría a los que viven acompañado de la amargura, demos esperanza a los que parecen desfallecer, oremos por los enfermos, ayudemos al que necesita, las actitudes cristianas nos ayudarán a parecernos más a Jesús.
Nuestra conversión, nuestra penitencia, nuestras buenas obras de este tiempo litúrgico, serán una hermosa adhesión a Jesucristo.
El Señor les Bendiga

http://www.caminando-con-jesus.org/

domingo, 7 de febrero de 2016

LA DOCTRINA DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LOS ÁNGELES

El Mundo de los ángeles es esa realidad "invisible", ese mundo también creado por Dios, que rezamos en el Credo: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible."

I. ¿QUIENES SON LOS ÁNGELES?

El nombre de "ángel" proviene del griego "mensajero". Así, los ángeles -los ángeles buenos, los que permanecieron fieles a su Creador- son, entre otras cosas, por cierto no la más importante: Mensajeros de Dios.

Sin embargo, San Agustín, como lo cita el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, dice respecto a los ángeles: "El nombre de Ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré qué es un ángel". (NC #329)

Pero antes que su misión de Mensajeros está la de ser "servidores" de Dios. Por eso, el Nuevo Catecismo, al definir a los ángeles acentúa la palabra "servidores": "Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios... son agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra (cf. Sal 103, 20)." (NC #329)

La existencia de los ángeles es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición de la Iglesia (NC #328). También es una verdad de fe establecida por la Escritura y por la Tradición y claramente expresada en la Doctrina Cristiana desde los comienzos, que el mundo espiritual, el mundo de los ángeles, comenzó con el tiempo y fue creado por Dios. "Dios... con Su infinito poder creó... al comienzo del tiempo ambas criaturas, las espirituales y las corporales; es decir, la angélica y la terrestre, y luego la humana, como criatura intermedia, compuesta de alma y de espíritu." (Concilio de Letrán 1215, ratificado posteriormente por varios Concilios de la Iglesia en el Siglo XIXI.

De acuerdo con este definición conciliar, sabemos que los Ángeles fueron creados cuando comenzó el tiempo y no desde la eternidad. Como criaturas que son de Dios, fueron producidas por Su poder infinito y de la nada.

1. Naturaleza de los ángeles

Son seres puramente espirituales, creados por Dios. Sin embargo, pueden tomar formas visibles, como sucedió al Arcángel San Rafael cuando acompañó a Tobías en su viaje (cf. Tb 5,12) o cuando después de la Resurrección y de la Ascensión de Nuestro Señor, aparecieron ángeles en formas humanas (cf. Mc 16, 5 y Hch 1, 10). Sin embargo, los cuerpos que asumen los ángeles no forman parte de su naturaleza; son meros instrumentos necesarios para comunicarse visiblemente con los hombres y cualquier acción humana que parezcan estar realizando, es sólo apariencia. "Ustedes me veían comer y hablar, pero sólo era apariencia"; dijo San Rafael Arcángel a Tobías al final de su jornada juntos cuando le descubrió su identidad (Tb 12, 19).

Los ángeles tienen inteligencia y voluntad y son criaturas personales e inmortales (cf. Lc 20, 36). (NC #330)

Por ser puramente espirituales e inmateriales, superan en perfección a todas las criaturas visibles (NC #330). Así, ocupan el primero y más alto lugar en la escala del universo creado. El hombre es segundo en la escala de las criaturas: "Lo hiciste poco inferior a los ángeles"(Sal 8, 6). [Algunas traducciones dicen "poco inferior a un dios", pues hubo un tiempo en que se hablaba de los ángeles como "dioses".]

Los Santos Ángeles también poseen extraordinaria belleza y esplendor. En una de sus visiones del Apocalipsis, cuando San Juan vio un ángel en toda su gloria, creyó que era Dios mismo y se postró para adorarle, habiendo sido corregido en su equivocación por el propio ángel (cf. Ap 22, 8). Los ángeles suelen esconder su gloria cuando se manifiestan a los hombres.

Entre todos los seres creados por Dios, los ángeles son los que mejor reflejan las cualidades divinas (cL Cathechism Explained, SpiragoClarke ©1899, 1921).

A veces, los ángeles son representados como niños, para destacar su inmortalidad y su eterna juventud; también con alas, para expresar su rápida movilidad y su prontitud en llevar a cabo la voluntad de Dios; otras veces con arpas, para significar que constantemente alaban a Dios; en otras ocasiones, sin cuerpo y sólo con cabeza y alas para mostrar que son seres intelectuales.

Es bueno hacer notar que los demonios o ángeles caídos, al igual que los ángeles buenos, son seres puramente espirituales que no han perdido ninguno de sus poderes angélicos. Perdieron, sí, la gracia sobrenatural al oponerse a Dios.


jueves, 4 de febrero de 2016

San Juan de Britto. Sacerdote, misionero y mártir

 
 
San Juan de Britto es el único jesuita portugués canonizado. Misionó incansablemente en la India en donde logró innumerables conversiones
 
 
 
Fiesta: 04 de febrero


Martirologio Romano: En el lugar de Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Britto, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que después de convertir a muchos a la fe por el hecho de haber abrazado la vida y las costumbres de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio

Biografía

Nació en Portugal en el año 1647. Siendo muy niño enfermó gravemente y la mamá lo encomendó al gran misionero San Francisco Javier y el niño curó milagrosamente. En recuerdo de este notable gran favor, toda la vida deseó ser un fiel imitador de San Francisco Javier.
A la edad de 15 años pidió ser admitido en la Comunidad de los Padres Jesuitas. Sus familiares se le oponían fuertemente porque eran ricos y muy amitos de los más altos empleados del reino y esperaban para Juan muy honrosos puestos oficiales. Pero el joven insistió fuertemente y al fin consiguió el permiso de hacerse religioso jesuita.

Descubre su vocación como misionero

En los estudios del seminario brilló por su gran inteligencia y por su dedicación total a la preparación para el sacerdocio. Una vez ordenado sacerdote, recibió del rey y de muy altas personalidades la petición de que se quedara en Portugal, pero él, deseando imitar a San Francisco Javier pidió y obtuvo ser enviado como misionero a la India, y con 16 compañeros emprendió el larguísimo viaje por mar.
Desde 1673 hasta 1693, por veinte años estuvo misionando incansablemente en la India. Y fue tanto el entusiasmo con el cual se dedicó a las actividades misioneras que lo nombraron superior de las Misiones de la India. El número de conversiones que consiguió en este país fue sumamente numeroso consolador.
San Juan de Britto se dio cuenta de que para poder lograr más conversiones, era necesario adaptarse totalmente al modo de vestir, de comer y de comportarse de ese país. Y así adoptó por completo los usos y costumbres de la India. Celebraba la misa sentado en el suelo, con gran reverencia y devoción. Los hindúes no comían carne, por lo que el santo jamás volvió a probarla. Un Boletín informativo de ese entonces dejó esta constancia:
"Al adaptarse tan sumamente bien a las costumbres del país, logró ganarse la simpatía de todas las clases sociales, y obtuvo notables éxitos espirituales en toda clase de personas."
Los escritos de ese tiempo narran cómo era el comportamiento de este misionero:
"Todo lo que era caballerosidad y generosidad, trataba de cumplirlo. Su salud era sumamente débil y las fiebres palúdicas lo atacaban muy frecuentemente y lo llevaban a las puertas de la muerte, pero él seguía trabajando como si no estuviera sufriendo. Los sacerdotes de las religiones de estas tierras eran muy fanáticos y atacaban sin piedad al pobre de Britto y a sus cristianos. Muchas veces lo echaron a la cárcel y le hicieron padecer feroces torturas".
Una vez lo colgaron de los brazos en un árbol, y otra lo echaron a un hondo pozo para ver si se ahogaba. Pero después de que lo atormentaban el Padre Britto se restablecía de manera que parecía casi un milagro.

Convirtió al cristianismo a un jefe hindú que tenía varias mujeres y éste se propuso no tener en adelante sino una sola esposa, como lo manda nuestra santa religión. Y entonces una de las antiguas concubinas de aquel hombre, se propuso vengarse del santo misionero y le inventó graves calumnias y obtuvo que fuera condenado a muerte.

Lo llevaron a la cárcel y desde allí escribió a sus superiores en Roma:

"Con alegría y gran esperanza espero la muerte. Mi gran deseo ha sido siempre morir mártir por Cristo Jesús. Morir mártir es la recompensa más preciada por los trabajos que he logrado hacer por la evangelización. Morir mártir es lo que le he pedido muchas veces a Dios en mis oraciones".
El 4 de febrero de 1693 un gran gentío se reunió para ver la ejecución del santo misionero, a quien se le acusaba de enseñar doctrinas que no eran las de los sacerdotes de los dioses de ese país. El gobernador estuvo varias horas demorando la sentencia porque sentía miedo de ordenar semejante crimen. Pero al fin movido por los fanáticos enemigos del cristianismo mandó que le cortaran la cabeza.
Al saber la noticia, el rey de Portugal mandó celebrar solemnísimas honras fúnebres en honor del santo mártir, y a esas ceremonias asistió la mamá del gran misionero, pero no vestida de luto, sino con sus mejores adornos de fiesta, porque estaba convencida de que su hijo se había ido a recibir en el cielo la corona de gloria preparada para los que en la tierra se declaran amigos de Cristo hasta la muerte. Fue canonizado el 22 de junio de 1947 por el Papa Pío XII, es el único jesuita portugués que ha sido llevado a los altares.

http://www.pildorasdefe.net/


miércoles, 3 de febrero de 2016

¿Es Lucifer un “ser de luz”? Exorcista Fortea analiza proliferación de sectas satánicas

Al recientemente abierto templo de Lucifer en Colombia se han sumado una serie de sectas satánicas que se han expandido por América Latina y recibido particular difusión recientemente en Perú. ¿A qué se debe este fenómeno y cómo puede afectar a los familiares de los que se suman a las filas de estas sectas? El famoso exorcista español José Antonio Fortea da importantes respuestas.
El 30 de enero el semanario “Somos” del diario peruano El Comercio publicó imágenes y declaraciones recogidas durante una sesión de la autodenominada “iglesia mayor de Lucifer” (IML). El grupo se habría establecido en Perú a fines del año pasado.

“Yo soy el centro de la Encrucijada, la X, el eje dentro del remolino del caos y la oscuridad”, pronunciaron los adeptos de la secta durante la sesión satánica, según reportó la revista. Los participantes estaban vestidos de negro con diversos amuletos de estrellas de cinco puntas invertidas y figuras demoníacas.
La IML, creada en la víspera de Halloween de 2015 en Old Spring Town, Texas (Estados Unidos), asegura tener actualmente sedes en otros países de América Latina como Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Paraguay.
En su página de Facebook, los satanistas sostienen que “‘Lucifer’ significa ‘portador de la luz’, y esta luz es el conocimiento liberador que puede convertir al ser humano en un dios”.
En declaraciones a ACI Prensa, el P. Fortea indicó que “la idea de que Lucifer es un ser de luz no es nueva. Sin embargo, aunque sus adeptos insistan en repetir tal cosa, lo representan como un ser de oscuridad, maléfico y de sentimientos completamente tenebrosos”.
Ni ellos mismos se creen eso de que ese ser sea un sembrador de la luz. Afirman que es luz, pero lo pintan del modo más siniestro posible”, destacó.
El exorcista español lamentó que “en nuestra generación, cada vez más alejada de Dios, va aumentando el número de insensatos que se dirigen conscientemente hacia un camino de plena oscuridad”.
El problema es la sociedad sin Dios que se va extendiendo por todo el planeta. Una inmensa sociedad sin religión cada día más hostil con los cristianos”, indicó.
Consultado sobre si los familiares y personas cercanas a los miembros de estas sectas deben temer algún daño demoniaco, el sacerdote explicó que “los padres, hermanos y vecinos de personas adoradoras del demonio no les deben tener miedo. El demonio no puede hacernos el mal que quiere”.
“Los demonios si pudieran hacernos más daño, lo harían. Pero Dios pone barreras que no pueden traspasar”, señaló.
El P. Fortea aseguró que “la oración es siempre efectiva” para ayudar a las personas que han ingresado a sectas satánicas las abandonen.
“Las plegarias que hacemos a Dios y los santos siempre llegan al corazón de los seguidores de Satanás”, subrayó.
Si bien es cierto que estas personas “pueden resistir esas gracias” de Dios, “si ellos resisten, nosotros podemos insistir”, alentó.
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