Estudiando la Torah, los especialistas han llegado a identificar cuatro "fuentes", o más exactamente cuatro "tradiciones" literarias principales cuyos textos se entrecruzan como cuatro hilos de diferentes colores para formar el tejido de la Ley. Sin embargo, no podemos esperar encontrar un tejido uniforme. Las cuatro tradiciones, al cabo de una transmisión oral que duró
mucho tiempo, fueron fijadas por escrito en lugares diversos y en fechas escalonadas en el tiempo. Ha resultado de ello un mosaico irregular en el plano literario, pero sólida y decididamente orientado en el plano religioso: el de la revelación que Dios hace de sí mismo
a los hombres a lo largo de la historia del pueblo elegido.
Las diversas tradiciones literarias se reconocen por particularidades de vocabulario, de expresión y de estilo. Las cuatro tradiciones principales son las llamadas Yavista, Elohista, Deuteronómica y Sacerdotal, que se suelen designar con la sigla de su inicial: Y, E, D y P (del alemán "Priester", "preste" o "sacerdote").
TRADICIÓN YAVISTA. Es la de los juglares o narradores populares que saben transmitir, partiendo de anécdotas coloreadas, un mensaje a menudo muy profundo. El sentido de la
trascendencia de Dios se conjuga en ella maravillosamente con un lenguaje familiar que no se retrae de hacer actuar a Dios como un hombre. Ejemplos de esto serían las narraciones que encontramos en Ex. 3-4; Ex. 34, 1-28; Números 10, 29-36; 24, 1-25.
TRADICIÓN ELOHISTA. El tono general es bastante próximo del de la tradición Yavista, pero, fijada aquella en el Reino del Norte (más expuesto a las influencias paganas que Jerusalén, donde se puso por escrito la tradición Yavista), es más severa y menos sugestiva. El afán de respetar la trascendencia de Dios se afirma en ella evitando toda expresión que pudiera hacerlo imaginar bajo forma humana (y de este modo aproximarlo a los ídolos). Léase, por ejemplo, el texto del Decálogo en Éxodo 20 y Números 12.
TRADICIÓN DEUTERONOMISTA. Recibe su nombre del hecho de que se encuentra casi toda ella contenida en el libro de Deuteronomio. El estilo es lento, ampuloso, un poco pesado a
veces. Es el estilo de un predicador que trata de convencer y mover a obrar, echando mano a veces, si es preciso, de la amenaza. Leer, por ejemplo, Dt.10, 12-22.
EL CÓDIGO SACERDOTAL. La cuarta tradición recibe este nombre porque contiene la mayor parte de los textos legislativos o jurídicos. Su estilo es casi siempre seco y técnico, incluso en los relatos (comparar Núm. 10, 1-28, que es de P., con Núm. 10, 29-36, que es de Y.). Encontramos en el conjunto de esta tradición un interés constante por la continuidad (preocupación muy clerical) que se manifiesta en la predilección por las listas genealógicas.
Leer, por ejemplo, Gen. 5.
mucho tiempo, fueron fijadas por escrito en lugares diversos y en fechas escalonadas en el tiempo. Ha resultado de ello un mosaico irregular en el plano literario, pero sólida y decididamente orientado en el plano religioso: el de la revelación que Dios hace de sí mismo
a los hombres a lo largo de la historia del pueblo elegido.
Las diversas tradiciones literarias se reconocen por particularidades de vocabulario, de expresión y de estilo. Las cuatro tradiciones principales son las llamadas Yavista, Elohista, Deuteronómica y Sacerdotal, que se suelen designar con la sigla de su inicial: Y, E, D y P (del alemán "Priester", "preste" o "sacerdote").
TRADICIÓN YAVISTA. Es la de los juglares o narradores populares que saben transmitir, partiendo de anécdotas coloreadas, un mensaje a menudo muy profundo. El sentido de la
trascendencia de Dios se conjuga en ella maravillosamente con un lenguaje familiar que no se retrae de hacer actuar a Dios como un hombre. Ejemplos de esto serían las narraciones que encontramos en Ex. 3-4; Ex. 34, 1-28; Números 10, 29-36; 24, 1-25.
TRADICIÓN ELOHISTA. El tono general es bastante próximo del de la tradición Yavista, pero, fijada aquella en el Reino del Norte (más expuesto a las influencias paganas que Jerusalén, donde se puso por escrito la tradición Yavista), es más severa y menos sugestiva. El afán de respetar la trascendencia de Dios se afirma en ella evitando toda expresión que pudiera hacerlo imaginar bajo forma humana (y de este modo aproximarlo a los ídolos). Léase, por ejemplo, el texto del Decálogo en Éxodo 20 y Números 12.
TRADICIÓN DEUTERONOMISTA. Recibe su nombre del hecho de que se encuentra casi toda ella contenida en el libro de Deuteronomio. El estilo es lento, ampuloso, un poco pesado a
veces. Es el estilo de un predicador que trata de convencer y mover a obrar, echando mano a veces, si es preciso, de la amenaza. Leer, por ejemplo, Dt.10, 12-22.
EL CÓDIGO SACERDOTAL. La cuarta tradición recibe este nombre porque contiene la mayor parte de los textos legislativos o jurídicos. Su estilo es casi siempre seco y técnico, incluso en los relatos (comparar Núm. 10, 1-28, que es de P., con Núm. 10, 29-36, que es de Y.). Encontramos en el conjunto de esta tradición un interés constante por la continuidad (preocupación muy clerical) que se manifiesta en la predilección por las listas genealógicas.
Leer, por ejemplo, Gen. 5.
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