Los
dos Libros de los Macabeos son los últimos del Antiguo Testamento,
cronológicamente posteriores a los de Esdras y Nehemías, que señalan el retorno
de Babilonia. Han recibido su nombre del tercer hijo del sacerdote Matatías:
Judas, a quien por su valentía fue dado el sobrenombre de "Makkébet"
(martillo). Ese apodo pasó a los hermanos de Judas y a toda su familia que
antiguamente se llamaba de los Hasmoneos, por Hasmonai, bisabuelo de Matatías.
La
canonicidad de los dos libros es atestiguada por muchos Padres, como Clemente
Alejandrino, Orígenes, S. Cipriano, S. Hilario, S. Ambrosio, S. Agustín, S.
Crisóstomo, y por los Concilios de Hipona (393) y Cartago (397). S. Jerónimo,
sin embargo, no los tradujo al latín, "acaso porque dudaba de su autenticidad"
(Bardenhewer). El Concilio de Trento terminó con las dudas sobre su carácter
canónico, incorporándolos ambos definitivamente al canon de las Escrituras
sagradas.
El
primer Libro empieza describiendo la situación política y religiosa de Palestina
a raíz de la persecución de Antíoco IV Epífanes (175-164); relata después la
resistencia de Matatías, de estirpe sacerdotal, su celo por la Ley, y su muerte
(caps. 1-2). Matatías es la encarnación del sentimiento religioso y patriótico,
el cual supo infundir a sus hijos y a un pequeño núcleo de su pueblo, que no
rehusaba ningún sacrificio para obtener la victoria. A estos dos primeros
capítulos se agrega la historia de los hijos de Matatías, sus batallas,
victorias y proezas: Judas Macabeo (3, 1-9, 22), Jonatás (9, 23-12, 53) y Simón
(caps. 13-16).
El
segundo Libro trae primero dos cartas de los judíos de Palestina a los de
Egipto, que tratan de la fiesta de la Dedicación del Templo. En el Prólogo,
subsiguiente a esas cartas, el autor da noticias acerca de la composición del
libro, el cual se presenta como compendio de los cinco libros de Jasón de
Cirene (caps. 1-2). La primera parte trae el castigo de Heliodoro, la historia
de los Sumos Sacerdotes Onías, Jasón y Menelao, el martirio de Eleázaro y de la
madre de los llamados Macabeos con sus siete hijos (caps. 3-7). El resto del
libro está dedicado exclusivamente a Judas Macabeo, cuya historia se narra
hasta la victoria sobre Nicanor (caps. 8-15).
En
cuanto a la composición se cree que el primer libro fue escrito por un autor
palestinense en idioma hebreo, alrededor del año 100 a. C. y traducido poco
después al griego. S. Jerónimo vio todavía el texto hebreo. El segundo libro,
empero, se escribió en griego como fácilmente se prueba por el estilo. Su
composición es anterior a la del primero, y ha de fijarse poco después del año
160 a. C. Por eso no alcanza a referir las hazañas de Jonatás ni las de Simón
que se narran en el primer libro.
El
fin y objeto de los dos libros no es solamente dar una exposición histórica de
las guerras contra los más poderosos opresores de Israel, sino también, y más
aún, poner de relieve las tremendas pruebas que sufrió el pueblo escogido por
querer imitar a los paganos, y destacar el auxilio de la divina Providencia en
aquella lucha de vida o muerte, que humanamente hablando, habría debido tener
por consecuencia la aniquilación del pequeño pueblo judío. Si esto no sucedió,
si el curso de la historia tomó un rumbo contrario a toda expectación humana,
estamos autorizados y obligados a atribuirlo a la intervención del Altísimo,
que una vez más se mostró benigno para con su pueblo, del cual poco después
había de nacer el Mesías.
El
segundo libro acentúa más el carácter edificante y confortante de los
acontecimientos históricos, exhortando a la celebración de las fiestas, a la
reverencia al Templo, a la constancia en la persecución, a la fe en la
resurrección y a la esperanza en la eterna recompensa.
En
la cronología siguen los dos libros la era de los Seléucidas, cuyo comienzo es
el mes de Tischri del año 312 a. C.
Fuente: Aciprensa.com
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