VATICANO, 15 Mar. 13 / 12:20 pm (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras durante el
encuentro esta mañana con los cardenales
electores y no electores, el Papa Francisco alentó a los purpurados a dar a los
jóvenes la sabiduría de la vida que
tienen los ancianos, que mejoran como el buen vino con el paso de los años.
En el encuentro en el que sufrió un pequeño tropiezo, el Santo Padre dijo a
los cardenales:
"valor, hermanos: Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez. Y
la vejez, se dice, es la sede la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la
sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en
el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús. Demos esta sabiduría a los
jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor: demos a
los jóvenes la sabiduría de la vida".
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre
recordó al Cardenal argentino Jorge Mejía, que ha tenido un infarto y comentó
que "su salud es estable y manda saludos para todos".
El Papa dijo que el encuentro de hoy quería ser "casi una prolongación
de la intensa comunión eclesial", experimentada durante el Cónclave.
"Animados por un profundo sentido de responsabilidad y alentados por un
gran amor por Cristo y por su Iglesia –ha recordado–
hemos rezado juntos, compartiendo fraternalmente nuestros sentimientos,
nuestras experiencias y reflexiones. En este clima de gran cordialidad han
crecido el conocimiento y la apertura mutuas".
Improvisando nuevamente, el Pontífice dijo que esos sentimientos eran
"buenos porque somos hermanos. Algunos me han dicho que los cardenales son
los sacerdotes del Santo Padre y yo creo que la cercanía y la amistad nos
sentarán bien a todos".
"Precisamente la cercanía y la apertura nos han facilitado la docilidad
al acción del Espíritu Santo, el Paráclito, el protagonista supremo de toda
iniciativa y manifestación de fe", y de nuevo, dejando los papeles del
discurso ha añadido "es curioso: yo pienso que el Paráclito da todas las
diferencias en las Iglesias y parece como si fuera un apóstol de Babel".
"Pero, por otra parte, es eso lo que forma la unidad de estas
diferencias no en la homogeneidad, sino en la armonía. Me acuerdo de un Padre
de la Iglesia que lo definía así: ‘Ipse harmonia est’. Este Paráclito que nos
da, a cada uno, carismas diversos, nos une en esta comunidad de Iglesia que
adora al Padre, al Hijo y a él, al Espíritu Santo".
El Santo Padre ha recordado el período del Cónclave, "lleno de
significado no solo para el Colegio Cardenalicio
sino para todos los fieles. En estos días hemos sentido muy de cerca el afecto
y la solidaridad de la Iglesia universal y también el interés de tantas
personas que, incluso sin compartir nuestra fe, miran con respeto y admiración
a la Santa Sede".
Asimismo ha expresado su agradecimiento a todos los cardenales por su
cooperación en la guía de la Iglesia durante la Sede Vacante, desde el cardenal Angelo Sodano,
Decano del Colegio
Cardenalicio, al Camarlengo, cardenal Tarcisio
Bertone y al cardenal
Giovanni Battista Re "que ha sido nuestro jefe en el Cónclave".
"Pienso con profundo afecto y con gratitud en mi venerado predecesor, Benedicto XVI que
en estos años de pontificado ha enriquecido y vigorizado a la Iglesia con su
magisterio, su bondad, su guía, su fe, su humildad y su mansedumbre que
permanecen como patrimonio espiritual para todos".
Y ha señalado que "como tantas veces, con sus enseñanzas y, por último,
con su gesto valeroso y humilde, nos ha recordado Benedicto XVI, es Cristo el
que guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de
la Iglesia, con su fuerza que vivifica y une hace un sólo cuerpo de muchos: el
Cuerpo místico de Cristo".
"No cedamos nunca al pesimismo, a la amargura que el diablo nos propone
cada día no cedamos al desaliento. Tenemos la firme certeza que el Espíritu
Santo da a la Iglesia, con su hálito potente, el valor de perseverar y también
de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los
extremos confines de la tierra".
"La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde al deseo
profundo de la existencia humana anunciando de forma convincente que Cristo es
el único Salvador de toda la persona y de todos los seres humanos. Este anuncio
es tan válido hoy como lo fue al principio del cristianismo cuando tuvo lugar
la gran expansión misionera del Evangelio".
Finalmente dijo: "ahora volveréis a vuestras sedes para continuar con vuestro
ministerio, enriquecidos por la experiencia de estos días, tan cargados de fe y
de comunión eclesial. Esa experiencia, única e incomparable, nos ha permitido
comprender en profundidad la belleza de la realidad eclesial, que es un reflejo
del esplendor de Cristo resucitado: Un día miráremos el hermoso rostro de
Cristo resucitado".
Terminado su discurso el Papa saludó uno por uno a todos los cardenales
presentes.
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