Simbolismo
La Iglesia prepara la Liturgia en este tiempo para lograr este fin. En la oración oficial, el Breviario, en el Invitatorio de Maitines, llama a sus ministros a adorar "al Rey que viene, al Señor que se acerca", "al Señor que está cerca", " al que mañana contemplaréis su gloria".
Como Primera Lectura del Oficio de Lectura introduce capítulos
del profeta Isaías, que hablan en términos hirientes de la ingratitud de la
casa de Israel, el hijo escogido que ha abandonado y olvidado a su Padre; que
anuncian al Varón de Dolores herido por los pecados de su pueblo; que describen
fielmente la pasión y muerte del Redentor que viene y su gloria final; que
anuncian la congregación de los Gentiles en torno al Monte Santo. La Segunda
Lectura del Oficio de Lectura en tres Domingos están tomadas de la octava
homilía del Papa San León (440-461) sobre el ayuno y la limosna como
preparación para la venida del Señor, y en uno de los Domingos (el segundo) del
comentario de San Jerónimo sobre Isaías 11:1, cuyo texto él interpreta referido
a Santa María Virgen como "el renuevo del tronco de Jesé". En los
himnos del tiempo encontramos alabanzas a la venida de Cristo como Redentor, el
Creador del universo, combinados con súplicas al juez del mundo que viene para
protegernos del enemigo. Similares ideas son expresadas los últimos siete días
anteriores a la Vigilia de Navidad en las antífonas del Magnificat .
En ellas,
la Iglesia pide a la Sabiduría Divina que nos muestre el camino de la
salvación; a la Llave de David que nos libre de la cautividad; al Sol que nace
de lo alto que venga a iluminar nuestras tinieblas y sombras de muerte, etc.
En
las Misas es mostrada la intención de la Iglesia en la elección de las
Epístolas y Evangelios. En las Epístolas se exhorta al creyente para que, dada
la cercanía del Redentor , deje las actividades de las tinieblas y se pertreche
con las armas de la luz; que se conduzca como en pleno día, con dignidad, y
vestido del Señor Jesucristo; muestra como las naciones son llamadas a alabar
el nombre del Señor; invita a estar alegres en la cercanía del Señor, de manera
que la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie los corazones y
pensamientos en Cristo Jesús; exhorta a no juzgar, a dejar que venga el Señor,
que manifestará los secretos escondidos en los corazones.
En los Evangelios la
Iglesia habla del Señor que viene en su gloria; de Aquel en el que, y a través
del que, las profecías son cumplidas; del Guía Eterno en medio de los Judíos;
de la voz en el desierto, "Preparad el camino del Señor". La Iglesia
en su Liturgia nos devuelve en espíritu al tiempo anterior a la encarnación del
Hijo de Dios, como si aún no hubiera tenido lugar. El Cardenal Wiseman ha
dicho:
Estamos no sólo exhortados a sacar provecho del bendito acontecimiento, sino a suspirar diariamente como nuestros antiguos Padres, "Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación." Las Colectas en tres de los cuatro Domingos de este tiempo empiezan con las palabras, "Señor, muestra tu poder y ven" - como si el temor a nuestras iniquidades previniera su nacimiento.
Fuente: Aci Prensa
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