Duración
y Ritual
Todos los días de Adviento debe celebrarse el Oficio y Misa del Domingo o Feria correspondiente, o al menos debe ser hecha una Conmemoración de los mismos, independientemente del grado de la fiesta celebrada. En el Oficio Divino el Te Deum, jubiloso himno de alabanza y acción de gracias, se omite; en la Misa el Gloria in excelsis no se dice. El Alleluia, sin embargo, se mantiene. Durante este tiempo no puede hacerse la solemnización del matrimonio (Misa y Bendición Nupcial); incluyendo en la prohibición la fiesta de la Epifanía. El celebrante y los ministros consagrados usan vestiduras violeta.
El diácono y subdiácono en
la Misa, en lugar de las dalmáticas usadas normalmente, llevan casullas
plegadas. El subdiácono se la quita durante la lectura de la Epístola, y el
diácono la cambia por otra, o por una estola más ancha, puesta sobre el hombro
izquierdo entre el canto del Evangelio y la Comunión.
Se hace una excepción en
el tercer Domingo (Domingo Gaudete), en el que las vestiduras pueden ser rosa,
o de un violeta enriquecido; los ministros consagrados pueden en este Domingo
vestir dalmáticas, que también pueden ser usadas en la Vigilia de la Navidad,
aunque fuera en el cuarto Domingo de Adviento. El Papa Inocencio III
(1198-1216) estableció el negro como el color a ser usado durante el Adviento,
pero el violeta ya estaba en uso al final del siglo trece. Binterim dice que
había también una ley por la que las pinturas debían ser cubiertas durante el
Adviento. Las flores y las reliquias de Santos no debían colocarse sobre los
altares durante el Oficio y las Misas de este tiempo, excepto en el tercer
Domingo; y la misma prohibición y excepción existía relacionada con el uso del
órgano.
La idea popular de que las cuatro semanas de Adviento simbolizan los
cuatro mil años de tinieblas en las que el mundo estaba envuelto antes de la
venida de Cristo no encuentra confirmación en la Liturgia.
Origen Histórico
No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne [Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero. De tal preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos homilías de San Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas "In Adventu Domini", pero no hacen referencia a ningún tiempo especial.
El título
puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la
mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos
mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el
contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo
desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde
el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al
rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El Sacramentario
Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a
cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San
Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de
Adviento.
En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos.
Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este
tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el
equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del matrimonio. En
la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento
hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las
fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este
tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad,
es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y abstinencia
que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días. Pero un
concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la vieja regla
desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para algunos de los
Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no tienen liturgia
especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.
FRANCIS MERSHMAN
Transcrito
por Carl H. Horst
Traducido
por Juan I. Cuadrado
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