¿Por qué
se celebra?
Latin ad-venio, llegar.
Conforme al uso actual [1910], el Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.
Con el Adviento comienza el año eclesiástico en las Iglesias occidentales. Durante este tiempo los creyentes son exhortados a prepararse dignamente a celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo como la encarnación del Dios de amor, de manera que sus almas sean moradas adecuadas al Redentor que viene a través de la Sagrada Comunión y de la gracia, y en consecuencia estén preparadas para su venida final como juez, en la muerte y en el fin del mundo.
Origen Histórico
No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne [Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero.
De tal
preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto
canon prescribe que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la
Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos
homilías de San Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas "In Adventu
Domini", pero no hacen referencia a ningún tiempo especial. El título
puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la
mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos
mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el
contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo
desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde
el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al
rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana.
El Sacramentario
Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a
cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San
Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de
Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos.
Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este
tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el
equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del matrimonio.
En
la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento
hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las
fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este
tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad,
es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y
abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días.
Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la
vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para
algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no
tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.
FRANCIS MERSHMAN
Transcrito
por Carl H. Horst
Traducido
por Juan I. Cuadrado
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