En su libro, el
profeta
Ezequiel sostenía que había tenido esta visión.
El Libro
de Ezequiel es un libro bíblico del Antiguo Testamento que forma parte de los libros proféticos. Para los judíos
está en el Tanaj,
entre los Nevi'im
(‘Libros de los profetas’), en la Biblia protestante se ubica entre Lamentaciones
y Daniel, y en la Biblia católica
entre Baruc y Daniel.
Ezequiel,
hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con
el rey Jeconías de Judá (597 a. C.) e internado en Tel-Abib a orillas del río
Cobar. Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó
al cargo de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años, es
decir, hasta el año 570 a. C.
A pesar de
las calamidades del destierro, los cautivos no dejaban de abrigar falsas
esperanzas, creyendo que el cautiverio terminaría pronto y que Dios no
permitiría la destrucción de su Templo y de la Ciudad Santa (véase Jer. 7, 4 y
nota). Había, además, falsos profetas que engañaban al pueblo prometiéndole en
un futuro cercano el retorno al país de sus padres. Tanto mayor fue el
desengaño de los infelices cuando llegó la noticia de la caída de Jerusalén. No
pocos perdieron la fe y se entregaron a la desesperación.
La misión
del Profeta Ezequiel consistió principalmente en combatir la idolatría, la
corrupción por las malas costumbres, y las ideas erróneas acerca del pronto
regreso a Jerusalén. Para consolarlos pinta el Profeta, con los más vivos y
bellos colores, las esperanzas de la salud mesiánica.
Divídese el
libro en un Prólogo, que relata el llamamiento del profeta (caps. 1-3), y tres
partes principales. La primera (caps. 4-24) comprende las profecías acerca de
la ruina de Jerusalén; la segunda (caps. 25-32), el castigo de los pueblos
enemigos de Judá; la tercera (caps. 33-48), la restauración.
"Es
notable la última sección del profeta (40-48) en que nos describe en forma
verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el
Templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina repartida por
igual entre las doce tribus" (Nácar-Colunga).
Las
profecías de Ezequiel descuellan por la riqueza de alegorías, imágenes y
acciones simbólicas de tal manera, que S. Jerónimo las llama "mar de la
palabra divina" y "laberinto de los secretos de Dios".
Ezequiel,
según tradición judía, murió mártir.
Ezequiel: Cinco partes:
Vocación y misión del profeta (cap. 1-3)
Oráculos de condenación contra Jerusalén (cap. 4-24)
Oráculos contra las naciones (cap. 25-32)
Mensaje de esperanza (cap. 33-39)
Visión sobre el templo y la tierra (cap.
40-48)
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