San Juan de Britto es el único jesuita portugués canonizado. Misionó
incansablemente en la India en donde logró innumerables conversiones
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Fiesta: 04
de febrero
Martirologio
Romano: En el lugar de Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de
Britto, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que después de convertir a
muchos a la fe por el hecho de haber abrazado la vida y las costumbres de los
ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio
Biografía
Nació en
Portugal en el año 1647. Siendo muy niño enfermó gravemente y la mamá lo
encomendó al gran misionero San Francisco Javier y el niño curó milagrosamente.
En recuerdo de este notable gran favor, toda la vida deseó ser un fiel imitador
de San Francisco Javier.
A la edad
de 15 años pidió ser admitido en la Comunidad de los Padres Jesuitas. Sus
familiares se le oponían fuertemente porque eran ricos y muy amitos de los más
altos empleados del reino y esperaban para Juan muy honrosos puestos oficiales.
Pero el joven insistió fuertemente y al fin consiguió el permiso de hacerse
religioso jesuita.
Descubre su vocación como misionero
En los
estudios del seminario brilló por su gran inteligencia y por su dedicación
total a la preparación para el sacerdocio. Una vez ordenado sacerdote, recibió
del rey y de muy altas personalidades la petición de que se quedara en
Portugal, pero él, deseando imitar a San Francisco Javier pidió y obtuvo ser enviado
como misionero a la India, y con 16 compañeros emprendió el larguísimo viaje
por mar.
Desde 1673
hasta 1693, por veinte años estuvo misionando incansablemente en la India. Y
fue tanto el entusiasmo con el cual se dedicó a las actividades misioneras que
lo nombraron superior de las Misiones de la India. El número de conversiones
que consiguió en este país fue sumamente numeroso consolador.
San Juan de
Britto se dio cuenta de que para poder lograr más conversiones, era necesario
adaptarse totalmente al modo de vestir, de comer y de comportarse de ese país.
Y así adoptó por completo los usos y costumbres de la India. Celebraba la misa
sentado en el suelo, con gran reverencia y devoción. Los hindúes no comían
carne, por lo que el santo jamás volvió a probarla. Un Boletín informativo de
ese entonces dejó esta constancia:
"Al
adaptarse tan sumamente bien a las costumbres del país, logró ganarse la
simpatía de todas las clases sociales, y obtuvo notables éxitos espirituales en
toda clase de personas."
Los escritos
de ese tiempo narran cómo era el comportamiento de este misionero:
"Todo
lo que era caballerosidad y generosidad, trataba de cumplirlo. Su salud era
sumamente débil y las fiebres palúdicas lo atacaban muy frecuentemente y lo
llevaban a las puertas de la muerte, pero él seguía trabajando como si no
estuviera sufriendo. Los sacerdotes de las religiones de estas tierras eran muy
fanáticos y atacaban sin piedad al pobre de Britto y a sus cristianos. Muchas
veces lo echaron a la cárcel y le hicieron padecer feroces torturas".
Una vez lo
colgaron de los brazos en un árbol, y otra lo echaron a un hondo pozo para ver
si se ahogaba. Pero después de que lo atormentaban el Padre Britto se
restablecía de manera que parecía casi un milagro.
Convirtió
al cristianismo a un jefe hindú que tenía varias mujeres y éste se propuso no
tener en adelante sino una sola esposa, como lo manda nuestra santa religión. Y
entonces una de las antiguas concubinas de aquel hombre, se propuso vengarse
del santo misionero y le inventó graves calumnias y obtuvo que fuera condenado
a muerte.
Lo llevaron a la cárcel y desde allí escribió a
sus superiores en Roma:
"Con
alegría y gran esperanza espero la muerte. Mi gran deseo ha sido siempre morir
mártir por Cristo Jesús. Morir mártir es la recompensa más preciada por los
trabajos que he logrado hacer por la evangelización. Morir mártir es lo que le
he pedido muchas veces a Dios en mis oraciones".
El 4 de
febrero de 1693 un gran gentío se reunió para ver la ejecución del santo
misionero, a quien se le acusaba de enseñar doctrinas que no eran las de los
sacerdotes de los dioses de ese país. El gobernador estuvo varias horas
demorando la sentencia porque sentía miedo de ordenar semejante crimen. Pero al
fin movido por los fanáticos enemigos del cristianismo mandó que le cortaran la
cabeza.
Al saber la
noticia, el rey de Portugal mandó celebrar solemnísimas honras fúnebres en
honor del santo mártir, y a esas ceremonias asistió la mamá del gran misionero,
pero no vestida de luto, sino con sus mejores adornos de fiesta, porque estaba
convencida de que su hijo se había ido a recibir en el cielo la corona de
gloria preparada para los que en la tierra se declaran amigos de Cristo hasta
la muerte. Fue canonizado el 22 de junio de 1947 por el Papa Pío XII, es el
único jesuita portugués que ha sido llevado a los altares.
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