Autor:
Tere Fernández del Castillo / Luis Gutiérrez | Fuente: Catholic.net
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra
es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración,
penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión
del corazón.
Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
· “Concédenos, Señor, el perdón y haznos
pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
· “Recuerda que polvo eres y en polvo te
convertirás"
· “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Origen
de la costumbre
penitencia y conversión. Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de
ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la
ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con
Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el
Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la
cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito
penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos
los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las
cenizas al iniciar los 40 días de
Las cenizas que se utilizan se obtienen
quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos
recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a
recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días
de ayuno.
La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día
vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña
que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien
que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final
de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y
por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer
mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los
niños y a los adultos.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
La palabra carnaval significa
adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que
por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la
necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los
productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne,
sino también leche, huevo, etc.)
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior
al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se
consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la
cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un
pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los
actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma,
enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los
placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la
actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o
Nuevo Orleans.
El ayuno y la abstinencia
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia.
La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta
los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la
abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por
haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo
siempre.
La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca
de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.
Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios.
Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida.
Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa
exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean
llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es
nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo
más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a
llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho
o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es
conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras
necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que
usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le
puede engañar.
El sacrificio
Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las
cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si
no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la
recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio
desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no
aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que
los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su
recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no
vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu
padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”
Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados,
para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de
arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio
del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta
el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos,
de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general
con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de
ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de
amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación
(también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa
reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos
internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la
Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos
cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y
omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no
volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas,
por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de
Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados
expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos
imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos
continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el
ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la
renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar
a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el
seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un
tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos
han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que
nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas
veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón
a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los
demás.
Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que
debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello
Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y
evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y
nuestras palabras.
Sugerencias para vivir la fiesta
· Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con
la actitud de conversión que debemos tener.
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