Antes de su vocación, Amós fue pastor y labrador que
apacentaba sus ovejas y cultivaba cabrahigos en Tecoa, localidad de la montaña
de Judá, situada a 20 kilómetros al sur de Jerusalén. A pesar de su pertenencia
al reino de Judá, Dios lo llamó al reino de Israel (cf. 1, 1; 7, 14 s.), para
que predicase contra la corrupción moral y religiosa de aquel país cismático
que se había separado de Judá y el Templo. Alguna vez menciona también a Judá
(2, 4) y a todo el pueblo escogido (9, 11). Amós desempeñó su cargo en los días
de Ocías (Azarías), rey de Judá (789-738) y Jeroboam II, rey de Israel
(783-743).
Desde un principio, el profeta se mostró intrépido
defensor de la Ley de Dios, especialmente en su encarnizada lucha contra el
culto del becerro adorado en Betel. Perseguido por Amasías, sacerdote de aquel
becerro (7, 10), el profeta murió mártir, según una tradición judía. La Iglesia
le conmemora en el calendario de los santos el 30 de marzo.
Los primeros dos capítulos contienen amenazas contra
los pueblos vecinos, mientras los capítulos 3-6 comprenden profecías contra el
reino de Israel. Los caps. 7-9 presentan cinco visiones proféticas acerca del
juicio de Dios sobre su pueblo y el reino mesiánico, a cuyas maravillas dedica
los últimos versículos, como lo hacen también Oseas, Joel, Abdías y casi todos
los profetas Mayores y Menores.
El objetivo de
Amós es enseñar que Yahvéh es el Dios del Universo, y que lo que los hombres
llaman "Derecho Natural" no es otra cosa que el imperio del orden
moral del que Dios es guardián y Señor.
Su poder es
ilimitado, y su albedrío sobre la naturaleza y los hombres es infinito.
Amenaza y castiga por doquier por violar el orden moral antedicho, pero podría
perdonarlos si se reforman. En caso de persistir en el error, destruirá a todos
los malvados en un cataclismo que Amós llama "El día de Yahvéh".
El de Amós es
un mensaje de terror, amenaza y castigo, pero también de perdón, redención y
amor. El único medio de salvación es la conversión a la fe verdadera. Si Oseas es el profeta del amor, Amós es el de la justicia, terrible e
inexorable, de Dios.
Fuentes:
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